La voz de los adoptados
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La ceguera colectiva sobre los menores adoptados

Cuándo en unos talleres sobre discriminación escuché el dato que arrojan los estudios realizados: el 90% de los menores adoptados sufre algún tipo de discriminación, de la cual solo el 40% de los padres somos conscientes de ello, empecé a comentarlo entre otras familias adoptivas.

Eso me hizo, por la reacción de la mayoría de los padres y sin necesidad de más estudios científicos, constatar la segunda parte de ese dato: la mayoría de los padres no somos conscientes de ello.

La primera parte de ese dato: el 90% de niños adoptados sufre algún tipo de discriminación, me la demuestra nuestra realidad del día a día y de los acontecimientos que he vivido con mi hija desde que está conmigo, hace ya casi 15 años.

Afortunadamente por el carácter de ella (nunca dejaré de felicitarme por ello), que no ha dejado de comentarme todas las veces que se ha sido señalada, discriminada, segregada, menospreciada, incomprendida, tanto a nivel individual como a los colectivos a los que pertenece por su condición de adoptada, su raza, su origen, y en los diversos tipos de entornos en que le han ocurrido: institucionales, educativos, sociales, familiares, geográficos nacionales e internacionales y a veces por menores o personas que conocemos asiduamente y que se definen de todo tipo de ideologías políticas, religiosos, creyentes y no creyentes o ateos, para darme cuenta de que efectivamente la magnitud del problema cuando menos alcanzará al 90% que refleja el estudio, aunque mi convicción personal es que llega al 100% de niños, en mayor o menor medida. Porque es imposible estadísticamente que mi hija se haya visto enfrentada a esa cantidad de situaciones y en esa diversidad de entornos que me ha narrado o incluso yo he presenciado, y los hijos de otras familias no lo hayan vivido nunca o casi nunca como afirman muchos padres, justificándolo por su diferencia de entorno físico: “eso en Villacualquiera, no”, “eso en mi barrio, no”, “eso en su colegio, no”… Siempre habrá variables que en algún caso particular lo hagan más frecuente, pero hasta el punto de asegurar que en toda una ciudad, en todo un barrio o en todo un colegio, esas cosas no pasan nunca… En fin que no me cuadran las cuentas.

Puedo comprender que el carácter más introvertido o menos sensible de algunos hijos, o el tener que hacer frente a los que quizá se perciben como otros problemas más graves como el fracaso escolar (“al fin y al cabo, ya se sabe que los niños son crueles y toda la vida se han metido con los distintos, los que llevan gafas o los gordos…”) dificulte a otros padres ser más conscientes de hasta qué punto las vulnerabilidades de nuestros hijos son mayores, pero me parece que se trata de no vernos capaces de afrontarlo y, especialmente, porque en el fondo nos lleva al cuestionamiento de nuestra legitimidad como padres. Como ya dije en otra ocasión en esta página, si además de no haberles dado la vida (lo que a muchos nos recuerda nuestra esterilidad biológica u operativa) no podemos hacerles felices, ¿qué nos queda que justifique el acierto de nuestra decisión de adoptarles? ¿Que quizá si no les hubiéramos adoptado estarían peor? Pues habrá que agarrarse a eso, pero desde luego no podemos conformarnos solo con ello, tenemos la dulce y enriquecedora, aunque difícil, obligación de no conformarnos solo con eso. Si abrimos nuestros oídos para escuchar a nuestros hijos y los ojos para buscar en nuestro entorno, podemos encontrar muchísima información que asimilar en múltiples formatos, profesionales especializados a los que consultar y asociaciones con actividades en las que participar que harán que nos podamos convertir en padres con sensibilidades especiales para educar a hijos con vulnerabilidades especiales y poder así prevenir o mitigar los efectos, que pueden llegar a ser demoledores, de esa discriminación, que se suma o, a veces puede inclusive ser parte de la causa de otras muchas dificultades con las que tropiezan.

Hoy puede ser el mejor día para empezar a ver las cosas de otra manera.

Mercedes B.

Varios comentarios

  • Gracias por el artículo, estoy de acuerdo 100% en todo, soy madre de una niña de China y ha vivido por esas situaciones desde pequeña.Ahora en la adolescencia es cuando veo que le está afectando más. Quería saber si conocéis algún psicólogo especialista en adopción internacional para tratar estos asuntos que le ayuden a gestionar estas situaciones. Un saludo, gracias

    • Hola Natalia. En la asociación conocemos gabinetes psicológicos especializados en adopción e incluso tenemos alguno en convenio con descuentos para socios. Si nos escribes en privado a info@lavozdelosadoptados.es y nos comentas dónde vives podremos darte información más detallada.

  • Increible. Cuando una amiga me comentó que había llevado a su hija al psicólogo porque en el colegio la menospreciaban por ser «chinita» me pareció que estaba exagerando, pensé que mi amiga era una ñoña con su hija. Ahora veo que la cosa es mucho más grave de lo que yo hubiera podido imaginar nunca. Cuando se habla de acoso escolar nunca se menciona esta particularidad por lo que veo la necesidad de una mayor divulgación.