La voz de los adoptados
logo_la-voz-de-los-adoptados

Dr. Jeckil y Mr. Hyde: Otras partes de mí…

 

He tenido el placer de leer últimamente algunos artículos de profesionales en pos-adopción sobre un fenómeno del que se ha hablado poco y que al parecer cuesta diagnosticar correctamente a nivel psicológico. Me gustaría hablar sobre la disociación y con ello aportar mi granito de arena como paciente y como hija adoptada adulta, para ello voy a dejarme de tecnicismos y a explicarlo con mis palabras.
Por lo que sé hay distintas formas de disociación y algunas no son patológicas: Cuando nos abstraemos haciendo una tarea y no nos enteramos de lo que sucede alrededor, cuando llegamos a un lugar por inercia pero por unos segundos no recordamos para que habíamos ido y nos toca hacer memoria sobre qué queríamos hacer… Estos ejemplos resultan excelentes porque les han pasado a todo el mundo, sin embargo cuando sucede a nivel patológico hay diferencias, la disociación de la que se empieza a hablar en pos-adopción tiene otros matices.
Un bebé o niño pequeño que está sufriendo durante un tiempo más o menos prolongado una experiencia dañina para su psique, puede recurrir a mecanismos de defensa muy primitivos ya que por su edad, no ha tenido tiempo para desarrollar otras aptitudes que le permitan protegerse de otro modo que «desconectándose» parcialmente y desmembrando la información emocional relativa al trauma en partes diferenciadas (Jeckil y Hyde).
Cuando inconscientemente hemos recurrido a esta solución y nos ha funcionado en el pasado, es posible que la recordemos y la pongamos en práctica en el futuro aún siendo ya adultos.
En la vida habrá momentos en los que algo que está sucediendo te conecte con una vivencia traumática tuya (por ejemplo el abandono, el hambre, la soledad, el maltrato)…
[En mi familia biológica o en el orfanato me pegaban y me gritaban – no podía soportarlo – me sentía frágil e indefenso – la profesora me regaña en clase un día – esto me recuerda a esa vivencia del pasado – desconecto y me quedo en Babia- después o bien me pongo a llorar desolado porque vuelvo a sentirme tan indefenso como el primer día, o me entra tal rabia que le doy una bofetada y tiro todo lo de mesa contra el suelo.]
No voy a recordar lo que me ha dicho la profesora ni lo que he hecho yo, sólo he percibido esa situación como peligrosa, me ha hecho sentir cosas similares al miedo que experimenté por primera vez hace años y por lo tanto me protejo de la misma forma. Tú estás ausente. Lo vives como sí fueras el espectador en una película o como si estuvieras en una burbuja protectora. «No está pasando de nuevo». Cuando este episodio disociativo se te pasa, vuelves a ser tú el de siempre y aquí paz y después gloria.
He ahí esos ataques de ira desmedida que a veces algunos tenemos o de sumisión y dulzura absolutas… Jeckil y Hyde son partes emocionales que hemos fragmentado porque cada una almacena información distinta sobre un mismo hecho que hemos vivido y nos hizo sentir esas emociones con igual intensidad y ante la incapacidad de manejar esa información o de resolverla de modo satisfactorio, se quedaron fragmentadas en nuestra personalidad porque de otra forma ¿qué habría sido de nosotros? ¿qué hacemos si no las compartimentamos por separado siendo tan opuestas aunque el origen sea común?
Además de Jeckil y Hyde, pudiendo coexistir más según el caso, existe siempre una parte que los psicólogos denominan P.A.N (parte aparentemente normal) que somos nosotros en la actualidad: María, Adrián, Nuria, Alberto que han recibido otros estímulos posteriormente y tienen un trabajo normal, una familia, han continuado con su vida y nada haría presagiar lo que hace muchos años sufrieron hasta que sucede algo que despierta esos fantasmas del pasado e irrumpen sin querer Jeckil o Hyde (y a veces ambas partes por turnos)…
A veces me gustaría eliminarles, incluso existe una rivalidad entre ellas por ver quien toma el control y te enfadas contigo misma por sentir lo que sientes y actuar de forma tan ambivalente como actúas. Llevo año y medio trabajando en terapia este tema y he aprendido que no se elimina ninguna, se integran y el primer paso es complicado: Ser consciente.

Varios comentarios

    • Ana, validando y conteniendo. Ambas acciones implican aceptación y amor hacia el otro. Recuerda que ese niño fue regalado por quien más debiera haberlo amado; por ende, no está acostumbrado a que lo «vean» y lo acepten. Al menos a mi como adoptada jamás me validaron ni contuvieron en mis momentos de enojo, molestia o pena y hoy, siendo ya madre de 3 hijos, la validación y contención hacia ellos en sus momentos de angustia, es lo que me ha dado mejor resultado.

    • La ayuda para este tipo de problemas es buscar un profesional y no cualquiera, mejor que sepa de trauma. Los padres sólo pueden ayudar con la contención, la vigilancia y la validación de sentimientos porque sobre todo sirve para que si alguna parte disociada ha entrado en escena y se ha «apoderado» de ti por un momento, sienta al menos que se la tiene en cuenta y que importa. En el colegio hacer o explicarle al profesor esto es mucho más difícil y también ocurre.

      Además de esto yo recomendaría analizar qué ha disparado este episodio e ir contrastando ese dato con episodios pasados para buscar un denominador común. Una vez encuentras el epicentro, resulta más fácil actuar.
      Pero desde luego el mejor consejo es acudir a un profesional, no es algo que con cariño y amor de los padres se pueda suprimir (aunque ayudarán mucho).